Se estableció por escrito en la Ley Fundamental que los hombres y las mujeres son iguales y tienen los mismos derechos. Pero, en realidad, parece que eso no es verdad. Aparte de las diferencias físicas, las mujeres se diferencian de los hombres en varios puntos.
El reparto de roles fundamental prevé que los hombres sean el sexo fuerte que tiene la sartén por el mango. En cambio, las mujeres son vistas como el sexo débil, que da más importancia a una vida armónica con su familia que al trabajo. Por eso, a veces parece que las mujeres tengan tendencia a hacer castillos en el aire y que tengan la cabeza llena de pájaros. Para ellas es más importante compartir sus sentimientos; por eso a veces hablan por los codos. Pero, por otro lado, están siempre al pie del cañón para escuchar los problemas de otras personas y para consolarlas.
Por el contrario, los hombres no tienen pelos en la lengua cuando alguien les pide consejo. Dicen directamente lo que piensan. Por eso a veces parecen más crueles pero, por otro lado, más sinceros que las mujeres.
Hoy en día, parece que hay un cambio en el reparto de roles. Parece que las mujeres asumen cada vez más papeles masculinos. Las mujeres se sienten perjudicadas en el mundo laboral porque en muchas profesiones ganan menos dinero que los hombres. Además, tienen menos posibilidades de ascender si quieren conciliar la familia con su trabajo.
Por eso las mujeres se acostumbran poco a poco a abrirse paso a codazos y a luchar por lo que quieren de una manera menos moderada que antes. E Igual que las mujeres conquistan el mundo laboral, hay más hombres que descubren su lado femenino y que se vuelven muy familiares para cuidar a los niños en sus casas.
En resumen, se puede decir que la igualdad entre hombres y mujeres solo existe en teoría. Tienen demasiadas diferencias físicas y de carácter para ser iguales.
Corinna B. (Alemania)
